Jesús fue hijo de José,
y éste fue hijo de Elí,
y éste de Matat,
y éste de Leví,
y éste de Melqui,
y éste de Jana,
y éste de José,
y éste de Matatías,
y éste de Amós,
y éste de Nahum,
y éste de Esli,
y éste de Nagai… Etcétera.
Y todo eso está muy bien, Evangelistas.
Pero también os digo que, si retrocedéis más en el tiempo, si seguís remontándoos, si trepáis por las ramas del árbol genealógico, si os encaramáis todavía más…, habrá un momento en que, en lo alto de la estirpe, os toparéis con un mono.
Salvo esta matización, Evangelistas, no soy quién para deciros que en asuntos de moral tengáis que cambiar nada.
Genealogía de la moral, decía Nietzsche.
ResponderEliminarHabrá arriba un mono Y UNA MONA. Vamos digo yo...
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