-¡Suelta eso! -dice el primero-. Pago yo.
-No, hermano, es mi deber.
-¡No digas bobadas! Fue mía la idea de cenar, así que pago yo.
-¡No puede ser que yo vaya a cenar a tu costa!
-¿Y por qué iba a hacerlo yo a cuenta tuya?
-La última vez pagaste tú, así que me toca a mí.
-Aquella vez solo bebimos una botella de cerveza.
-De todos modos, no tengo ninguna razón para no dejar que...
-¡Me estás insultando, Sasha!
-¡Igual que tú a mí, Kolia!
-¡Bien! Si eso es lo que deseas, entonces...
-Eso es: paga, paga.
-Estoy de acuerdo en que pagues.
-Me parece que yo ya estaba de acuerdo.
-Bien, pero, de todos modos, paga.
-Así que... No quieres...
-No, al contrario. Solo porque eres tan insistente.
-¡Bien, estoy dispuesto a pagar! Solo tienes que saber, hermano, que se me ha olvidado la cartera en casa. Así que ponlo tú y después te lo pago.
-¡Anda mira! Yo estoy en la misma situación. Pero yo confiaba en ti.
-¿Entonces por qué querías pagar? Yo también confiaba en ti. No tengo ni medio rublo.
-Lo mismo tengo yo.
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