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lunes, 21 de noviembre de 2016

DISPÁRAME (Saiz de Marco)


Casi nadie quería que estallara una guerra, pero estalló.

Casi nadie eligió un bando en que luchar, pero hubo que luchar en alguno.

Fue en 1936 en España.

A uno de aquellos hombres que no quería que hubiera guerra le obligan a ir a la guerra y a luchar en un bando. Y le obligan también a fusilar a un “enemigo”. (¿”Enemigo” por qué, si a él no le ha hecho nada?).

"Pégale un tiro a ése", le ordenan.

Y va a donde está aquel hombre, el “enemigo”, atado de pies y manos. Coge su fusil, lo levanta para apuntar y después de unos segundos lo deja en el suelo.

-No puedo- dice.

El que está atado lo mira y le pregunta:

-¿Tienes familia?

-Sí, tengo mujer y dos niños pequeños...

-Entonces no lo dudes y apúntame bien al corazón. No tiembles, no falles el tiro y deja de llorar... Si no me matas tú, te van a matar a ti, y a mí me va a matar otro. Así que, ya que de todas formas voy a morir, prefiero que me mate un hombre honrado que no quiere matar a otra persona. Olvida lo que vas a hacer. Me llamo Andrés y soy de...

La guerra termina pero durante décadas está prohibido exhumar los cadáveres de “enemigos” enterrados en el campo. Como el de Andrés.

Pasa el tiempo, pero el ejecutor no olvida los ojos de aquél a quien disparó. A uno de sus hijos lo llama Andrés. Y cada aniversario del fusilamiento deja un ramo de flores sobre la fosa donde él mismo tuvo que enterrar, tras fusilarlo, a aquel hombre. Entonces le parece oír la voz de Andrés que, subiendo de la tierra, le dice "Prefiero que me mate un hombre honrado".


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