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jueves, 25 de junio de 2015

POR DENTRO (Saiz de Marco)


Tras ascender a directora de recursos humanos, pude leer el resultado del test de personalidad que me habían hecho diez años atrás, cuando era simple administrativa. Recuerdo que entonces tuve que rellenar un cuestionario y contestar un montón de inocentes preguntas. No imaginaba que a raíz de eso pudieran sacar tantas conclusiones.

No sólo me describieron por dentro, sino que elaboraron una “proyección evolutiva” de mi personalidad. Y acertaron en todo.

Dedujeron que no secundaría huelgas; que me negaría a trabajar en fines de semana; que sería proclive a pedir excedencia por motivos familiares; que no faltaría al trabajo por gripes o catarros; que me implicaría en los resultados de la empresa…

Y, como digo, no se equivocaron en nada. De hecho, pedí una excedencia cuando nacieron los gemelos; nunca he faltado al trabajo por enfermedad; me opuse a trabajar los sábados y no he participado en ninguna huelga. Además, está claro que me he implicado en la marcha de la empresa (de lo contrario no me habrían ascendido).
De modo que quienes me estudiaron mediante aquel test supieron de mí más de lo que yo sabía. Escudriñaron mis pensamientos, mis deseos. Penetraron en zonas de mi personalidad a las que ni siquiera yo sé llegar.

No allanaron mi casa, ni mi correo, ni mi teléfono. Me allanaron a mí.

Así que a partir de ahora, cuando quiera saber algo de mi yo íntimo (de lo que pienso, de lo que siento, de mis futuras decisiones…), preguntaré a los autores del test. Puede que para mí misma tenga secretos, pero para ellos no.


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