En otra ocasión, estando en un parque, me llevé por error un cochecito con un niño dentro que no era el mío. Como soy hombre de costumbres fijas, cuando volví a casa lo bañé, le di de comer y lo dejé en la cuna.
De igual modo, le he dicho te quiero muchas veces a la mujer equivocada, pero esa es otra historia…
Tengo que añadir que, después de todo, también soy una persona optimista, y ahora que estoy cayendo por este precipicio en un coche que no es el mío, no me preocupo. Seguro que esta confusión será la última.
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