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sábado, 13 de agosto de 2016

CÓMO SE FABRICA UN POETA (Rafael Azcona)


Enterado de que numerosas familias desean contar entre su prole con un poeta, me apresuro a dar las normas pertinentes para que esas familias se salgan con la suya. No sé para qué querrán una cosa tan rara, pero los deseos de las familias ya se sabe que son sagrados, excepto en caso de deseo de piso desalquilado.


Lo primero que debe hacer la familia esa es alimentar al niño destinado a ser poeta, de manera adecuada: le arrojarán migas de pan, granos de cebada y otros cereales, pequeñas lombrices y otras porquerías semejantes. Así, además de habituar su estómago a la más elemental actividad, el futuro poeta contraerá un fuerte complejo de pájaro, y el día de mañana se lo pasará cantando como un descosido.


Cuando el pequeño proyecto de vate crezca, la familia lo conducirá a los parajes ricos en auroras, en ocasos, en señoritas pálidas y en muertes varias. Abandonado allí, el que ha de ser poeta, encontrará la inspiración con gran facilidad y su cerebro comenzará a eliminar las células grises que podían servirle para ganarse la vida de una manera honorable.


Rebosante ya de inspiración, el que ya es casi un poeta hecho y derecho, debe ser puesto en contacto con la cultura. Ofrézcasele una cartilla llena de consonantes, que todas las palabras que contenga el librito terminen en “ton”, en “tin” y similares. Esto le facilitará mucho la tarea al presunto versificador, ya que no sabrá de la existencia de vocablos tan poco poéticos como “dólar”, “fiducia” y “etcétera”.


Si el chico no es tonto de capirote, al llegar a este punto ya hará versos… Malos, seguramente, pero versos al fin y al cabo. Ahora todo se reduce a que la familia se oponga a que el chico se enamore de una señorita determinada, a que no le dé dinero para tabaco y a que no le deje entrar en casa por las noches. El chico, poeta ya de tomo y lomo, escribirá versos como un condenado o como un fabricante de calendarios, a la vez que sufrirá horrores, dejará el café a deber y se hará un bohemio tremendo.


En el caso de que el chico, a pesar de todo, se prepare para ingresar en Hacienda, la familia debe desistir: no es un poeta.

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