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lunes, 20 de octubre de 2014

FÁBULA DE LA OSCURIDAD Y EL SEÑOR DE LAS TINIEBLAS (Mario Alonso Puig)

El señor de las Tinieblas convocó en su palacio a los más encarnizados enemigos del hombre y les dijo:

- Llevo miles de años intentando destruir al hombre, acabar con su existencia, y para ello he creado todo tipo de conflictos, guerras, pero cuando parecía que al final lo lograba, aparecía él y evitaba que el ser humano desapareciera de este planeta. 
A veces, parecía disfrazado de sonrisa, una mano amiga e incluso a veces de una simple palabra de consuelo y, sin embargo, a mí nunca me engañó porque siempre supe que tras los mil disfraces se ocultaba mi más temible enemigo, el Amor. 


Entregaré la mitad de mi reino a aquel de vosotros que me traiga el cadáver del Amor entre sus brazos.

Murmullos y de repente, uno de aquellos siniestros personajes se abrió paso y gritó:

- Gran señor, yo soy quien te traerá entre sus brazos al Amor, soy su enemigo natural. Soy el Odio.

El señor de la Tinieblas respondió entusiasmado:

- Ve, amigo mío, y haz mi sueño realidad y gozarás de la mitad de mi reino.

En una esquina, oculto tras una columna, un personaje vestido de negro con un gran sombrero que le tapaba el rostro esbozó una extraña sonrisa.

El Odio partió ante la envidia de muchos. Los años pasaron y regresó cabizbajo y manifestó su incomprensible derrota:

- No lo entiendo, señor, he creado desavenencias, malentendidos y todo tipo de agravios y cuando parecía que mi triunfo estaba cercano, aparecía él, y al final todo lo suavizaba, todo lo arreglaba.

Tras el Odio, fueron la Pereza, la Rutina, la Desesperanza y muchos de los peores enemigos del hombre, y sin embargo todos ellos al final fracasaron. 

El señor de la Tinieblas, al ver que ninguno era capaz de lograr lo que tanto anhelaba, cayó en una profunda depresión hasta que súbitamente se abrió paso entre la multitud aquel silencioso personaje que vestía de negro y que tenía un sombrero que le tapaba el rostro. 

Con gesto altivo se dirigió al señor:

- Yo soy quien te traerá el cadáver del Amor entre mis brazos.

El señor lo miró con desprecio y se dirigió a el con desagrado:

- Todos antes que tú han fracasado y tú, a quien ni siquiera conozco, pretendes triunfar. No me importunes, todo está perdido.

Aquel extraño personaje partió, pasaron años y de repente se presentó ante el señor de las Tinieblas con el cadáver del Amor entre sus brazos. 

El señor dio un salto y se incorporó incrédulo ante lo que contemplaban sus ojos:

- Lo has logrado, has conseguido lo imposible, tuya es la mitad de mi reino; pero, amigo mío, por favor, antes de partir dime quién eres.

Aquel personaje se quitó solemnemente su gran sombrero, y con un susurro que, sin embargo, hizo temblar a todos los presentes, dijo:

- Yo, soy el Miedo.

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