Sala de ejecuciones. El preso es conducido.
Tras el cristal las autoridades, los familiares de la víctima, los padres del condenado se miran de reojo, casi se saludan.
Dos operarios ajustan al reo las sujeciones.
Las correas chirrían en su idioma: “Nadie gana esta noche. Nadie sale de aquí victorioso”.
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