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viernes, 9 de octubre de 2015

HOMBRE DE POCA FE (Rafael Baldaya)


Observó al fin Tomás la marca de los clavos en las manos del Maestro. Introdujo los dedos en la herida de su costado. Y, cuando al fin parecía que iba a rendirse a la evidencia, preguntó:

-¿Cómo sé que no es una sugestión: un engaño de mis sentidos? ¿Cómo sé que no es una alucinación mental? 


Los demás discípulos lo miraron escandalizados. Y Tomás, como intentando disculparse, añadió:

-¿Qué culpa tengo yo de, aun queriendo estar seguro, no poder estar seguro?

El Maestro también miró a Tomás, pero sin ninguna extrañeza. Y no le dijo nada.

1 comentario:

  1. El Maestro era lo suficientemente lúcido para saber que la fe no depende de la voluntad.

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