EL GATO DE CHESHIRE (Enrique Anderson Imbert)
Algunos de los marineros que regresaban de sus largos viajes solían visitar a Simbad, el paralítico. Simbad cerraba los ojos y les contaba las aventuras de sus propios viajes interiores. Para hacerlas más verosímiles a veces se las adjudicaba a Ulises. «Apuesto», pensaba Simbad cuando se quedaba solo, «a que tampoco él salió nunca de su casa».
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